Como la brisa que atiende mi sentido del tacto, llegan hoy estas palabras que llevo rato pensando, para palpar en la expresión fortuita todos estos sentimientos que se conjugan cuando mi mente te cita.
No hay rincón en mis neuronas que no lleven tu natural y delicioso encanto, recorre tu magia mi torrente sanguíneo, te siento en mis huesos y mi corazón entra en delirio, necesitarte a diario es como un vital respiro, verte a los ojos inspira los mas divinos suspiros.
Resultas ser mi receta perfecta, cien gramos de dulzura, ciento cincuenta de tu simpatía esbelta, doscientos setenta de sentimientos bonitos, con quinientos gramos de tu belleza sabor infinito, sal y pimienta al gusto, mezclar todo y cocinar a grados ciento ochenta y te tendré a ti! sabor divino que al paladar de mis caricias ostenta.
Luego de un buen provecho de tu querer, te vuelves el cafecito negro sin azúcar que tanto me gusta beber, ondeando tu magnifica silueta en el humo de su aroma, en el primer sorbo, saboreo, me deleito y asombro, pues me veo a tu lado en el patio de tu recinto sentados, charlando y observando al burrito y al caballo del vecino jugando, y tu mano izquierda con mi mano derecha coqueteando.
Es donde entonces la calma y el silencio del lugar nos llevan sin dudar a que tu mirada me diga, justó ahora te quiero besar! Y que la mía responda creo que no hay mejor momento ni lugar, para que un beso, tu beso, mi beso, nuestro beso, se haga el protagonista de esta atracción tan pura y abismal.
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